La tarea de elevar el nivel académico de los niños, niñas y jóvenes de Ocaña está en manos de Érika Torcoroma Martínez, secretaria de Educación del municipio, cuya gestión ha permitido aumentar desde 2016 la cobertura educativa en la región, pilar fundamental para alcanzar el desarrollo social de la población e impulsar la paz y la convivencia entre sus más de 100 mil habitantes de las zonas urbana y rural. Ocaña, ubicado en el departamento de Norte de Santander, ha vivido en carne propia las consecuencias del conflicto armado interno que ha vivido Colombia a lo largo de cinco décadas, con un alto costo en vidas y atraso social. Pese a las dificultades que le representa ser una zona receptora del desplazamiento forzado, por los enfrentamientos entre fuerzas del Estado y grupos al margen de la ley, el municipio ha sabido sortear la adversidad, gracias a su gente pujante y a las incontables riquezas inmateriales con las que cuenta, como lo es la educación. Martínez ha impulsado varios proyectos para fortalecer el proceso de enseanza y formación nde la población estudiantil ocareña. Bajo el liderazgo de la secretaria de Educación, Érika Torcoroma Martínez, la región avanza hacia la consolidación de políticas que garanticen el rendimiento académico de los estudiantes del municipio en las mejores condiciones. “Nosotros proyectamos cada año mejorar la calidad educativa a través de programas para mitigar la pobreza y así evitar la deserción escolar”, destaca la funcionaria. Para ello, la administración se ha esforzado por dotar a las instituciones de material didáctico, pupitres, textos y recursos informáticos, así como de kits escolares y uniformes para los menores de bajos recursos económicos. Una gestión con grandes frutos Pese a la falta de inversión en la infraestructura educativa, una de las principales dificultades del municipio, Martínez ha impulsado varios proyectos para fortalecer el proceso de enseñanza y formación de la población estudiantil ocañera, entre ellos, la prestación del servicio de transporte a los alumnos de las zonas veredales y el programa de alimentación escolar, convencida de que “un estudiante bien nutrido es un estudiante pilo”. A estas iniciativas se suman beneficios a los que pueden acceder los niños, y jóvenes de Ocaña, como las becas educativas para la población más vulnerable, el seguro estudiantil que ofrece la Secretaría y las capacitaciones a estudiantes para las pruebas de Estado, con el fin de elevar su nivel de aprendizaje. “La inversión que la alcaldía ha hecho para mejorar la calidad educativa y evitar la deserción escolar fue de más de tres mil millones de pesos en el 2017, y en la vigencia del 2018 ha sido de más de 900 millones”, explica Martínez, quien ha conseguido desde su llegada a la entidad que la cobertura aumente de manera considerable. “Hace dos años las matrículas en el municipio sumaban 19.025, en el 2017 la cifra llegó a 19.635 y en lo que llevamos del presente año ya alcanzan las 20.137”, lo que muestra el ascenso que se ha tenido en esa materia, resalta. Un camino hacia la paz Los desafíos de la paz han copado gran parte de la agenda de la administración actual, que ha entendido lo sensible que es el tema para la región. Es por eso que, dentro del Plan de Desarrollo, se han proyectado y ejecutado programas educativos de cara al posconflicto, para ayudar a la construcción de tejido social. El municipio de Ocaña ha tenido que enfrentar un enorme reto con la llegada de la población desplazada de la zona del Catatumbo y un número significativo de migrantes venezolanos que también requieren del servicio educativo, por lo que, para atender esta situación, se necesita del respaldo del Gobierno Nacional. “Nosotros le hemos pedido más inversión para ampliar la capacidad de la planta física y administrativa, para la capacitación de los docentes y todo el apoyo para que la cobertura sea mucho mayor”, enfatiza. Campañas para prevenir consumo de drogas La alcaldía, con el apoyo de las Secretarías de Desarrollo Humano y Educación, así como del Instituto Departamental de Salud (IDS), realizan acciones de control y vigilancia en Ocaña, con el objetivo de constatar si se están o no vendiendo medicamentos a menores de edad sin orden médica y si se está o no consumiendo estupefacientes en los centros académicos municipales. El propósito de estas jornadas es evitar que los niños y adolescentes compren medicamentos sin receta de un especialista y la compañía de un adulto responsable, pues están siendo usados como sustancias psicoactivas. El municipio ha sabido sortear la adversidad, gracias a su gente pujante y a las incontables riquezas inmateriales con las que cuenta.