Por: Ruby Helena Chagüi Spath Senadora Centro Democrático Tras años de lucha ha llegado el momento de nosotras las mujeres, el momento de empoderarnos y reconocer nuestro valor en el mundo contemporáneo, el momento de contar con más y mejores oportunidades laborales, el momento de ocupar altos cargos públicos o privados, gracias a nuestras capacidades y formación, el momento de decir “no más” a quienes quieren intimidarnos, violentarnos o sobrevalorarnos. El siglo XXI es nuestro momento. Para 2017, la tasa de desempleo de las mujeres fue de 12,3 por ciento frente al 7,2 por ciento de los hombres. Llegó el momento de generar y conseguir empleos formales y dignos que nos permitan mejorar la calidad de vida de nuestras familias, desarrollarnos profesionalmente y convertirnos en las mujeres que queremos y merecemos ser. La participación laboral pasó del 46 por ciento al 54 por ciento entre 2008 y 2012. Sin embargo, para los últimos años (2014- 2017) esta se ha estancado en alrededor del 54 por ciento. Colombia está dos veces por debajo del promedio de América Latina que corresponde al 56 por ciento. Llegó el momento de acabar con la creencia de que los hombres tienen más capacidades en materia laboral que las mujeres, debemos generar condiciones equitativas que nos permitan construir país paritariamente. Las colombianas todavía seguimos dedicando más del doble de tiempo que los hombres a las tareas del hogar y de cuidados no remunerados (7 horas y 14 minutos contra 3 horas y 25 minutos al día, respectivamente). Llegó el momento de dignificar el trabajo de todas las mujeres que día a día construyen sociedad desde sus hogares. Además, necesitamos entornos equitativos que contribuyan a que tanto hombres como mujeres, implementen cantidades de tiempo similares en la economía del cuidado, permitiéndole a la mujer que así lo desee dedicarse a otras actividades, y ¿por qué no?, que sean remuneradas. Ahora bien, en términos de derecho a la educación, entre 2006 y 2017 casi se duplicó la participación, pasando de 32,8 por ciento a 58,5 por ciento. En 2016, seis de cada 10 mujeres entre los 17 y 21 años estuvieron matriculadas en una institución de educación superior. Si bien hemos avanzado en estos últimos 10 años, aún queda mucho por hacer. Llegó el momento de que no solo el 58 por ciento de las mujeres tenga la oportunidad de una educación superior sino el 100 por ciento, con programas fiscalizados desde el Gobierno y las entidades territoriales que permitan hacer partícipes a las mujeres. Como senadora de la República he conocido de primera mano las dificultades que tenemos para llegar a los cargos de elección popular. Las mujeres colombianas estamos subrepresentadas en las instancias de decisión política: somos sólo 19,7% de congresistas y, a nivel local, ocupamos 17% en las asambleas departamentales, 18% en los concejos municipales, 12% en alcaldías y 15% en gobernaciones. Luego de 61 años, desde que pudimos ejercer por primera vez nuestro derecho al voto, llegó el momento de que perdamos el miedo, derrotemos los estigmas y con propuestas y convicción decidamos transformar nuestro país y que también más mujeres les apuesten a los cargos de elección popular. Destacamos el compromiso del Gobierno del Presidente Iván Duque, quien promovió el primer gabinete paritario en la historia de Colombia, como también la elección de la primera mujer vicepresidenta en el país. Reconocemos el valor de grandes avances como este, que pasarán a la historia. Ojalá en la gobernaciones y alcaldías también haya gabinetes paritarios. La igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y las niñas deben ser un elemento fundamental para el desarrollo, la democracia y la construcción de la paz en Colombia. La educación en los colegios es fundamental si queremos lograr mujeres líderes que no se subestimen frente a actividades, carreras o trabajos, que comúnmente son realizados por hombres o que eso nos ha hecho pensar la sociedad La igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y las niñas deben ser un elemento fundamental para el desarrollo, la democracia y la construcción de la paz en Colombi Nuestro empoderamiento tiene que empezar desde pequeñas, desde nuestra relación con el entorno, con nuestros familiares, profesores y con el proceso de aprendizaje. Es muy importante que impulsemos a las niñas desde temprana edad a alcanzar sus sueños y a que tengan la determinación de pensar que pueden desempeñarse en cualquier ámbito que decidan, ya sea desde ser abogadas hasta ingenieras o astronautas. No podemos permitir que en pleno siglo XXI sigamos encaminando a nuestras niñas y jóvenes a cierto tipo de profesiones porque “esas son para mujeres”. Llegó el momento de romper paradigmas y de acabar con la brecha de inequidad, alzar nuestra voz, quitarnos el temor y escoger las carreras con las que más nos identifiquemos. Por todo lo anterior, debemos hacer una pausa en el camino y preguntarnos, como mujeres: ¿qué estamos haciendo desde nuestro rol en la sociedad para ayudar a la igualdad de género? Hago un llamado para que impulsemos medidas de carácter legislativo y políticas públicas e institucionales articuladas con fin de frenar la violencia contra la mujer, garantizando la investigación y la sanción de cada responsable, así como recursos suficientes para el desarrollo de políticas de prevención efectivas. Los casos de homicidio a mujeres, solo en enero de este año fueron 63, mientras los casos de violencia de pareja llegaron a los 2.600 y violencia intrafamiliar a más de 3.800. Los delitos sexuales a las mujeres, solo en el primer mes del año, fueron 1.577. Estamos trabajando desde el Congreso, en la creación de un Plan de Atención integral para la Mujer, en el cual ellas reciban asesoría judicial y psicológica permanente, así como respaldo, protección y atención inmediata en caso de que hayan sido violentadas o sus vidas estén en riesgo, evitando que cuando la mujer realice una denuncia quede expuesta ante su agresor. Así, fomentaremos un sistema fuerte y eficaz de atención y apoyo integral a la mujer víctima