junio 14, 2025

Ángela Robledo

Sacudir la indiferencia

Ángela María Robledo Representante a la Cámara, Colombia Humana   Cuidar la vida, bien sagrado de la humanidad, es un trabajo valorado en algunas sociedades que deciden económica y políticamente para preservarla y avanzar, mientras que en nuestro país aún persisten paradigmas que estigmatizan la labor del cuidado y marginan a las cuidadoras, las trabajadoras domésticas. Pero, ellas resisten y luchan para enfrentar creencias legitimadoras de la explotación y de las violencias a las que son sometidas, como lo enseñan las mujeres de  la Unión de Trabajadoras Afrodescendientes del Servicio Doméstico, (USTRASD), que con el acompañamiento de la Escuela Nacional Sindical (ENS) impulsan la reivindicación de sus derechos y su empoderamiento, promoviendo políticas públicas hacia la implementación del Convenio sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos, 189 de la OIT, Organización Internacional del Trabajo. Esta organización sindical, liderada y conformada por mujeres -siendo un ejemplo nacional, donde la mayoría de los representantes de las trabajadoras y los trabajadores son hombres- realizó en Medellín el II Encuentro Nacional de Trabajo Doméstico, denominado “Sacudir la Indiferencia”, con el propósito de analizar el cumplimiento del Convenio 189 de la OIT, además de presentar los resultados de la investigación basada en estudios de caso en Urabá, Cartagena y cuatro de sus comunidades rurales, y Medellín:   El trabajo doméstico en Colombia, historias tras las cortinas; entre transacciones, incertidumbres y resistencias. Ustrasd apuntó que “la mayor parte de la población ocupada en este sector son mujeres, habitantes de cordones de pobreza en las ciudades, la mayoría negras, y que han sido víctimas del conflicto armado”. Según las cifras de la OIT, en América Latina se encuentra el 37% del trabajo doméstico, en relación con el resto del mundo, lo que corresponde a 18 millones de habitantes donde el 93% son mujeres. En los países industrializados, las trabajadoras domésticas representan tan solo el 1% del mercado laboral, mientras que en América Latina y el Caribe representa el 27% del cual 77,5% está en la informalidad, es decir, 8 de cada 10 mujeres. Para el caso de Colombia, en el año 2016, la Gran Encuesta Integrada de Hogares dio como resultado que el sector doméstico empleó a 677.218 personas, correspondiente al 3,1% del total de ocupación nacional, siendo el 95% mujeres. Respecto al índice de ocupación, el 42% es femenina, del cual 7,3% se desempeña en el trabajo doméstico, es decir, 1 de cada 13 mujeres ocupadas en Colombia. El promedio de la edad de trabajadoras domésticas ha pasado de 38 años en 2010 a 42 años en 2016.  Además de las cifras de la OIT expuestas, la investigación presentó las historias invisibles porque el trabajo doméstico de las mujeres se realiza en el ámbito privado, cuyas transgresiones a los derechos laborales y humanos quedan ocultas de los ojos de quienes debieran controlar y vigilar: sendos testimonios sobre la pobreza o la violencia que las empujó al trabajo doméstico para poder sobrevivir, sin oportunidades de estudiar, aceptando por necesidad contratos verbales muchas veces engañosos con horarios extensos; sin la posibilidad de ejercer la maternidad o de lactar, excluidas de ofertas laborales por ser madres o despedidas por quedar embarazadas; sin redes de apoyo para el cuidado de sus propios hijos e hijas, quedando en riesgo o solos. Trabajadoras sin la dotación o implementos adecuados para su labor a merced de cualquier cantidad de problemas de salud; internas sin condiciones dignas, incluso confinadas a dormir en el suelo; tratamientos verbales y psicológicos violentos, acoso o violencia sexual.  Referencias despectivas o tratos hostiles por su color de piel… entre otras tantas situaciones, y aun así llegan a su casa a seguir trabajando con tareas del cuidado para sus hogares. La precariedad y las situaciones indignas del trabajo doméstico evidencian la deuda que tiene el legislativo respecto al cumplimiento de la Constitución Política de Colombia: no se ha desarrollado el Estatuto del Trabajo, misión que deberá llevar a cabo la bancada por la vida y por la Paz. Es imperativo pasar del reconocimiento de los problemas a las acciones para que las leyes superen los escritorios de los funcionarios y se conviertan en una realidad para los territorios, con el empoderamiento de la sociedad y la pedagogía para reivindicar los derechos de las trabajadoras domésticas. Ya se han obtenido logros parciales como la Ley 1788 de 2016 de la prima de servicios para los trabajadores y trabajadoras domésticos. Así mismo, es necesario desarrollar el Sistema Nacional de Cuidado, que garantice la educación para las niñas y los niños más pequeños, como el cuidado para las personas mayores, con perspectiva de género, étnica y de clase, comprendiendo los factores de discriminación social que persisten. El II Encuentro Nacional de Trabajo Doméstico terminó con una declaración de las organizaciones y mujeres aliadas, comprometiéndonos con nuestra firma a seguir luchando por la dignificación de esta labor y, en general, del trabajo del cuidado que en su inmensa mayoría es hecho por campesinas, afrodescendientes, indígenas, desplazadas, desterradas, migrantes y víctimas de violencias políticas, sociales, económicas, psicológicas, físicas, entre otras, trazando también como norte la conquista de  algo que es fundamental en la vida de las mujeres y que su ausencia se ha convertido en otra de las pobrezas del mundo: el tiempo libre.

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Ángela Robledo podría perder la curul en el Congreso

“Quien siendo miembro de una corporación pública decida presentarse a la segunda elección por un partido distinto, deberá renunciar 12 meses antes del primer día de inscripciones”, Silvio León. La fórmula vicepresidencial de Gustavo Petro, Ángela María Robledo, corre el riesgo de perder la curul en la Cámara de Representantes por una posible doble militancia. Robledo hizo parte  del Partido Alianza Verde, movimiento por el cual era  representante a la Cámara y renunció en marzo pasado para acompañar  al candidato de la Colombia Humana en su aspiración de llegar a la Casa de Nariño en las elecciones recientes. Inmediatamente se adhirió a la campaña de Gustavo Petro,  con lo que estaría incurriendo en doble militancia, según el jurista Silvio León. En concepto del abogado, se configuraría una inhabilidad para que ella se posesione nuevamente como congresista, derecho que adquirió por ocupar el segundo lugar como fórmula del exalcalde de Bogotá en la segunda vuelta presidencial del 17 de junio. “Dice en el inciso 12 del artículo 107 de la Constitución Política, e inciso 2 del artículo 2 de la Ley 1475 de 2011, que quien siendo miembro de una corporación pública decide presentarse a la segunda elección por un partido distinto, deberá renunciar 12 meses antes del primer día de inscripciones”, explicó León.  

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La vicepresidenta que necesita el país

Un verdadero fenómeno político, sin antecedentes en más de 200 años de vida republicana, ha resultado el nombramiento de las fórmulas vicepresidenciales de varios aspirantes a ocupar el cargo más importante del país en el periodo 2018-2020. Marta Lucía Ramírez, Claudia López, Ángela María Robledo y Clara López, coequiperas de Iván Duque, Sergio Fajardo, Gustavo Petro y Humberto de la Calle, respectivamente, integran la lista de mujeres opcionadas a llegar a la Vicepresidencia el próximo 7 de agosto. Nunca antes en la historia del país, que se reconoce a sí mismo como uno de los más democráticos en América Latina, ha existido una probabilidad tan alta de tener a una mujer en la fórmula de Gobierno. Sumándole las candidaturas presidenciales de Viviane Morales y Piedad Córdoba, el tarjetón que recibirán los colombianos este 27 de mayo tendrá en seis de las ocho duplas a una mujer, lo que se ha percibido como una señal de las transformaciones que viene experimentando Colombia en materia de género y, con estas, la promesa de una repartición más equitativa del poder en el futuro. Si bien, la Constitución del 91 reconoció la igualdad entre hombres y mujeres, así como la necesidad de una mayor participación femenina en la administración pública, el país aún tiene el reto de seguir creciendo en temas de inclusión. Han pasado 60 años desde que Esmeralda Arboleda fue elegida como la primera senadora de la República y es evidente que, pese a los grandes avances de la segunda mitad del siglo XX y el comienzo del XXI, Colombia aún está lejos de otros países de la región en este aspecto. Entre 2010 y 2014, Costa Rica estuvo presidida por Laura Chinchilla Isabel Martínez Perón fue la primera presidenta de la historia en Argentina y América Latina Cristina Fernández llegó a la Casa Rosada, palacio presidencial argentino, en 2007 Michel Bachelet ha sido presidenta de Chile en dos oportunidades Experiencia latinoamericana En América Latina han sido 10 las mujeres que, en contextos muy particulares en sus países de origen, han gobernado en calidad de jefas de Estado. La primera de ellas fue Isabel Martínez de Perón, que, tras dos años de ejercer la Presidencia de Argentina, fue derrocada por la Junta Militar en 1976. Solo 31 años después, con una de las votaciones más altas desde el retorno de la democracia, una mujer volvería a la Casa Rosada, luego de que Cristina Fernández de Kirchner ganara las elecciones en 2007. Por los mismos años, en Chile, Michelle Bachelet ostentó la primera magistratura del país austral y fue elegida para un segundo periodo en 2014, mientras que, en Brasil, Dilma Rousseff llegaría al poder en 2011. Sumando a Laura Chinchilla, en Costa Rica, el periodo 2010-2014 tuvo a cuatro mandatarias en el poder de manera simultánea, un verdadero hito histórico para América Latina. En el pasado ya habían sido Presidentas Lidia Gueiler Tejada, en Bolivia; Janet Rosemberg Jagan, en Guyana; Violeta Chamarro, en Nicaragua; Mireya Elisa Moscoso, en Panamá, y Rosalía Arteaga, en Ecuador. Candidatas presidenciales colombianas La primera candidata presidencial en la historia de Colombia fue María Eugenia Rojas, conocida como “La Capitana”, quien, con el aval de la Alianza Nacional Popular (Anapo), obtuvo 490 mil votos en las elecciones de 1974. Fue hasta 1986 que otra mujer participaría en unos comicios, pues la polémica mentalista Regina Betancourt aspiró a la jefatura de Estado, consiguiendo 46 mil votos en las urnas. En 1990 se sumaría la líder Cristina Claudia Rodríguez, que obtuvo 33 mil votos, y en 1994 lo haría la escritora Gloria Gaitán, que logró 17 mil. Cuatro años después, en 1998, Noemí Sanín se convirtió en la primera candidata con verdaderas aspiraciones de llegar a la Casa de Nariño, pues se ubicó en el tercer lugar de la contienda con más de 2 millones 800 mil sufragios. Para 2002, perdería gran parte del respaldo que tuvo en esas elecciones, y en ese mismo año la senadora del Partido Verde Oxígeno, Ingrid Betancourt, no pudo participar pues fue secuestrada por las FARC en 2001. Finalmente, en 2014, las hoy candidatas vicepresidenciales, Marta Lucía Ramírez y Clara López Obregón, obtuvieron importantes votaciones que las perfilaron para ser protagonistas en las elecciones de 2018, pues entre las dos sumaron una cifra cercana a los cuatro millones de votos. La mujer en la administración pública Según el más reciente informe sobre participación de la mujer en los cargos de los niveles decisorios del Estado, divulgado por el Departamento Administrativo de la Función Pública, el país ha cumplido a cabalidad con la Ley 581 del 2000 o Ley de Cuotas que estipula que al menos haya un aporte femenino del 30% en las entidades estatales, con el fin de garantizar una mejor redistribución del poder en el país. De acuerdo con el estudio, en el 2017 se reportó una participación del 41% de la mujer, lo que representa un aumento con respecto al 2016. Sin embargo, es evidente que el país tiene un enorme reto en el futuro, pues, aunque haya un cumplimiento de la legislación en cuanto a la inclusión femenina, parece lejos el día en que los destinos de Colombia estén regidos por una mujer. No debe perderse de vista que solo ha existido una ministra de Defensa, una fiscal general y una contralora. Ojalá, en el futuro próximo, llegue la vicepresidenta que necesita la nación. María Eugenia Rojas, Regina Betancourt y Claudia Rodríguez Gloria Gaitán, Noemí Sanín e Ingrid Betancourt

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