marzo 22, 2025

Amylkar Acosta

La economía en cuarentena

Por: Amylkar Acosta Medina En la Aldea global en la que convivimos 7.770.615.400 almas, todos estamos expuestos a contraer el virus. El 31 de diciembre del año anterior, sin vísperas, las autoridades de la República popular China admitieron la aparición en la ciudad Wuhan las primeras veintisiete personas diagnosticadas de Síndrome Respiratorio Agudo Grave (COVID -19), causado por un nuevo virus de la familia de los coronavirus. El contagio con este agente patógeno no se hizo esperar y se ha venido propagando sin dique de contención, al punto que la Organización Mundial de la Salud declaró este brote como pandemia. En la Aldea global en la que convivimos 7.770.615.400 almas, todos estamos expuestos a contraerlo. Las medidas extremas a las que han tenido que recurrir los países, empezando por China, considerada la fábrica del mundo, ha frenado el ritmo de crecimiento de la economía global y amenaza con una recesión global. De hecho la guerra comercial que el Presidente de EEUU Donald Trump le declaró al resto del mundo le había infligido un duro golpe al comercio internacional, afectando de paso las cadenas de valor, ralentizando el crecimiento de todos los países involucrados, empezando por sus protagonistas, China y EEUU, que pasaron de crecer entre el 2018 y el 2019 del 6.6% al 6.1%, el más bajo registrado desde 1990 y del 2.9% al 2.3%, respectivamente. De allí que, según el reporte anual de la ONU se pronosticaba una ligera recuperación del crecimiento de la economía global, pasando del anémico 2.3% en 2019, el más bajo en una década, al 2.5% en 2020. Pero, advirtiendo que “la reanudación de los conflictos comerciales, una crisis financiera o una escalada en las tensiones geopolíticas, podrían obstaculizar la recuperación, reduciendo el crecimiento a tan sólo 1.8% este año”. Es decir, que la economía global se – guía anclada en la “nueva mediocridad” a la que hacía referencia la ex directora del FMI Christine Lagarde. Las perspectivas de la economía global, entonces no eran las mejores, al punto que la nueva Directora del FMI Kristalina Gueorguieva, recién elegida en tan alto cargo, afirmó categóricamente que “las señales de alarma están encendidas y posiblemente muy pronto la situación pondrá a prueba qué tan preparados estamos”. En su concepto, “la economía mundial se encuentra ahora en un período de desaceleración sincronizada” en el que las cadenas de suministros están rotas, averiadas por cuenta de una guerra comercial en la que, como afirma el FMI “todos pierden”. De hecho, según sus cálculos, las pérdidas en lo que va corrido del 2020, superarían los US $700.000 millones. El economista turco, doctorado en la Universidad de Harvard, célebre por advertir con dos años de anticipación la crisis financiera de 2008, Nouriel Roubini, pronostica una nueva recesión en 2020. Él la atribuye a tres posibles shocks de oferta negativos y afirma que “todos ellos son reflejo de factores políticos que afectan las relaciones internacionales; dos involucran a China y EEUU está en el centro de cada uno de ellos. Además, ninguno admite tratamiento con las herramientas tradicionales de la política macroeconómica anticíclica”. De manera que la economía global venía transitando por la cornisa de la estagnación, con un alto riesgo de precipitarse al abismo de una prolongada recesión Y él no está sólo en su vaticinio, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) advirtió en septiembre pasado sobre el peligro de una recesión mundial para 2020. Como quien dice, al finalizar el año anterior estábamos ad portas de una nueva recesión, debido a que “las perspectivas de la economía mundial actualmente se ven envueltas en una densa niebla de tensiones comerciales internacionales y conflictos geopolíticos”. Los mismos amagos a los que aludía la Directora del FMI. Las palabras de la Directora del FMI fueron premonitorias, los conflictos comerciales se reanudaron por la terquedad aragonesa de Trump, por la misma razón la escalada en las tensiones geopolíticas persisten y a falta de una crisis financiera sobrevino el COVID – 19, que viene haciendo estragos en el mundo entero, que se debate entre el pánico y la paranoia. Al fin y al cabo, el flujo y reflujo del comercio y de los capitales sirven de vasos comunicantes entre las naciones y encauzan el conocido “efecto mariposa”. De allí que todos los organismos internacionales vienen revisando a la baja su previsión de crecimiento de la economía: la OCDE prevé un crecimiento del PIB por debajo del 2.9%, con una pérdida de 0.5 puntos porcentuales con respecto al 3.4 anterior, por su parte de Economist acaba de bajar su pronóstico del 3% al 2.5% y a 1.9% como peor escenario.

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Lo más aconsejable

Por, Amylkar D. Acosta M. Miembro de Número de la ACCE Advertidos del escaso margen de maniobra que tiene el Gobierno en materia del gasto público y de la inflexibilidad de este, se precisa y es lo más aconsejable explorar fuentes de mayores ingresos que soporten el mismo, con una característica fundamental, que sean sostenibles en el tiempo. Ya advertimos de las limitaciones y falencias observadas en el Estatuto tributario y en la gestión del mismo, las que deben superarse para optimizar el recaudo. Hay que partir de la base de que Colombia hace parte de los países de Latinoamérica que, como lo afirma el Jefe de servicios de A. L. en el Centro de Desarrollo de la OCDE Ángel Melguizo, en donde “los precios de las materias primas siguen siendo un motor importante para las tendencias de los ingresos fiscales”. Las cifras no mienten: según el Presidente de la Asociación Colombiana de Petróleos Francisco Lloreda, sólo en impuestos entre 2005 y 2015 la industria petrolera pagó $200 billones y se estima que para el 2018, superado el bache de la crisis de los tres años anteriores, girará entre $10 y $13 billones entre impuestos y regalías, a lo cual se suman $3.3 billones más que acaba de recibir en dividendos de Ecopetrol. Si bien es cierto, el país no se puede resignar a seguir dependiendo sólo de la industria extractiva, máxime cuando estamos atravesando por una transición energética en donde los recursos fósiles (petróleo y carbón, especialmente) irán perdiendo mercado, ello tomará tiempo, el suficiente para que nos preparemos, sin precipitarnos a dar un salto al vacío. Hay que saber aprovechar los recursos naturales no renovables que poseemos para impulsar el desarrollo, pero no nos podemos quedar en el impulso. A este respecto, es obvio que el camino correcto es el de la diversificación de la economía, abriéndole espacio al sector agropecuario y al turismo, a la producción con mayor valor agregado y sofisticación, pero eso no se va a dar de la noche a la mañana. A este propósito, en Colombia estamos con la fiebre en 40 con el auge de la producción de aguacates hass con destino a la exportación, alcanzando el año pasado las 78.000 toneladas y estimándose que para este año se puedan recibir en divisas US $60 millones por ventas en el exterior. Pero, como dijo, no se sabe si fue el rey Fernando VII o Napoleón Bonaparte, “vísteme despacio que estoy de prisa”. “Hay que saber aprovechar los recursos naturales no renovables que poseemos para impulsar el desarrollo, pero no nos podemos quedar en el impulso.” Mauricio Cabrera, experto en economía, nos lo ilustra muy bien: si Colombia, de un momento a otro, se convirtiera en el mayor exportador de piña en el mundo, que hoy lo es Costa Rica, recibiría US $850 millones; en el segundo exportador de aguacate, que hoy es Perú, recibiría US $558 millones y además, una potencia internacional de exportación de frutas como Chile, recibiendo US $438 millones, “estos tres renglones sumados representarían US $1.846 millones, menos del 10% de los US $25.000 millones que ha dejado de recibir por la caída de los precios y la producción de hidrocarburos”. Y, cuánto tiempo le tomó a Costa Rica, Perú y Chile capturar dichos mercados y tener el posicionamiento que hoy tienen en los mismos. Como dice el adagio popular, ¡más vale pájaro en mano que cien volando! Dicho esto, como ya lo hemos propuesto, el país amerita una verdadera reforma estructural del sistema impositivo, para que este cumpla con lo preceptuado en la Constitución Política, que sea equitativo, eficiente, y progresivo. Para emparejar las cargas se requiere revisar y replantear la proliferación de beneficios tributarios.  Según el empresario y columnista Mauricio Botero Caicedo, de acuerdo con “cifras oficiales, el recaudo de impuestos en 2016 fue de $123.7 billones, las exenciones $72.3 billones, 58.5% del recaudo total. En plata blanca, el eliminar la totalidad de las exenciones permitiría bajar los tributos en cerca del 60%, sin que se disminuyan los recaudos”. Esta idea les debería sonar a quienes vienen proponiendo bajarle los impuestos a las empresas, no obstante que, como lo afirma el decano de Economía de la Universidad Nacional, Edgar Bejarano: “no hay garantía de que bajar impuestos reactiva la economía y genera otras fuentes de ingresos”, como lo sugieren quienes lo impulsan.

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Dicho y hecho

Por, Amylkar D. Acosta M. Miembro de Número de la ACCE El bajonazo del precio del crudo de los US $115.19 el barril, a mediados de junio de 2014, hasta los US $25 en enero de 2016 puso a prueba a la industria petrolera y la obligó a tomar medidas tendientes a reducir sus costos, a ser más eficientes y a apretarse el cinturón para poder sobrevivir. Como lo planteó Roberto Steiner, uno de los directivos de Ecopetrol en su momento, “una parte central de la revisión estratégica, que consulta la nueva realidad del mercado, tiene que ver con el logro de mayor eficiencia operacional y una significativa reducción de costos”. Y ese fue el propósito que se impuso la empresa y su grupo empresarial. Aunque los precios repuntaron en los últimos dos años, se descolgaron definitivamente del techo de los US $100, promediando los US $52.10 para el año 2016 y US $56.82 para la referencia Brent en 2017. Era imperativo, entonces, ajustarse a la nueva realidad y Ecopetrol dio los pasos conducentes para lograrlo. Dicho y hecho. Se hizo un gran esfuerzo para reducir los costos operacionales, los de levantamiento del barril de crudo, los del transporte, el costo en diluyentes, en fin, en cuanto se pudo. Gracias a ello, como lo manifestó el ex presidente de la empresa Juan Carlos Echeverri, “el precio al cual producimos caja está entre US $20 y US $30 y el nivel en el cual damos utilidades está entre US $30 y US $40”. Adicionalmente, se hizo un esfuerzo interesante en la comercialización, toda vez que se logró reducir el diferencial del precio de venta de la canasta de crudos de Ecopetrol con respecto a la referencia BRENT hasta los US $6, 50 menos con respecto a 2015, la mejor cotización en los últimos 7 años. Este corte de cuentas tan favorable para Ecopetrol le mereció el reconocimiento de parte de la agencia calificadora de riesgo Moody´s Investor Services El desempeño de Reficar también contribuyó con sus números al buen balance que presentará Ecopetrol a sus 340 mil accionistas, el próximo 23 de marzo, cuando se les propondrá repartir $3.65 billones en dividendos ($89 por acción), 55% de su utilidad neta de $6.6 billones, 323% mayor que el año pasado ($1.56 billones) y la más alta en los últimos 4 años. De estas, van a la Tesorería General de la Nación $3.2 billones, que sumados al pago de impuestos le significarán ingresos por la no despreciable suma de $8.2 billones, aproximadamente. Ecopetrol aprovechó, además, para pre-pagar deuda, reduciéndola de US $18.000 millones a US $15.000 millones. Con la baja de los precios, bajaron también las reservas de Ecopetrol un 14%, al pasar de 1.849 MMBPE en 2015 a 1.598, atribuible a la baja del precio – base para su aforo de los US $55.57 el barril a US $44.49. Para el 2017, al calcularse las reservas con el precio de US $54.93, ello da como resultado la incorporación de 94 MMB de petróleo a las reservas. Adicionalmente, se añadieron 201 MMB y 73 MMB por cuenta de la gestión técnica y optimización financiera de los activos, amén del recobro mejorado, respectivamente. El efecto combinado de estos factores dio como resultado que las reservas de crudo de Ecopetrol se recuperaran, pasando de 1.598 MMBE a 1.659, para un incremento de 3.8%. En cuanto a la producción de petróleo, sigue preocupando el alejamiento continuo de la otrora meta del millón de barriles/día a nivel nacional, alcanzada en 2013 y que desde entonces ha venido decayendo junto con las reservas. Ecopetrol no ha escapado a esta tendencia y es así como pasó de producir en promedio 760.000 barriles/día en 2015 a 718.000 barriles/día en 2016 y 715.000 en 2017. Ello se ha debido, en gran medida, a los trastornos que ha tenido la empresa, tanto en su operación como en el transporte del crudo, debido a los recurrentes conflictos sociales y laborales, así como a los frecuentes atentados contra la red de oleoductos. Este corte de cuentas tan favorable para Ecopetrol le mereció el reconocimiento de parte de la agencia calificadora de riesgo Moody´s Investor Services, la cual, luego de analizar su P & G al cierre de 2017, le mantuvo su calificación en Baa3 con perspectiva estable, con una calificación de crédito individual (BCA) de ba3. Conceptuó esta firma que “la empresa ha sido exitosa en reducir sus costos operativos, lo que le ha permitido incrementar su flujo de caja y bajar su endeudamiento”. Y remata diciendo que todo ello se debe “a la mejora de los fundamentales de la compañía”. Y ello se da después de haber cambiado la perspectiva de la calificación de la deuda soberana de Colombia de estable a negativa.

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