junio 14, 2025

Sectores Económicos

Ministra de Ambiente despeja miedos frente al ordenamiento minero ambiental en el país

En debate en el Senado de la República, la ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Susana Muhamad, aseguró que el proyecto decreto de reordenamiento minero, que busca proteger los ecosistemas más vulnerables del país, no pretende frenar esta actividad en Colombia. De manera contundente y en debate en la Comisión V del Senado de la República, la ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Susana Muhamad, ratificó que el proyecto de decreto de reordenamiento minero no frena esta actividad en el país. “Es responsabilidad del Estado definir unas reglas claras que les permita a sectores económicos desarrollar sus proyectos. 20 años de aplicación del código minero nos ha dejado un gran desorden minero – ambiental. En el Congreso Nacional Minero voy a socializar este decreto para despejar esos miedos de que vamos a parar la minería en el país. Por el contrario, lo que buscamos es evitar y resolver conflictos, ordenar los territorios y empezar a generar más seguridad jurídica en lo ambiental”, aseguró la ministra. En ese sentido, Muhamad explicó que la idea del decreto es solucionar el problema de fondo que ha vivido el país: una planificación que se realiza después de los títulos mineros y pone en riesgo los ecosistemas más vulnerables del país. “Lo que buscamos con el decreto es desarrollar la función planificadora del Estado, constituir una herramienta de desarrollo sostenible y ordenar el territorio alrededor del agua. Aquí estamos generando el mecanismo de articulación. Nosotros no estamos aplicando, irrestrictamente, esto a todo el sector minero, sino que iremos a mirar zonas muy específicas con conflictividades”, señaló Muhamad. Asimismo, aclaró que la definición de reservas temporales contará con un sustento técnico riguroso y recalcó que la creación de estas fue establecida por el Código de Recursos Naturales del año 1974. El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible ratifica que los derechos adquiridos se respetarán y, frente al desarrollo del proyecto de decreto, continuará analizando cada uno de los comentarios recibidos. Tomado por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible

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Buzca S.A. celebra su aniversario N° 50 en la cumbre de SLOM

Durante la cumbre de la Sociedad Latinoamericana de Operadores de Terminales Marítimos Petroleros y Monoboyas (SLOM), que terminó con éxito el pasado viernes en la ciudad de Cartagena, la Revista El Congreso siglo XXI habló con el ingeniero Sergio Gómez acerca de los 50 años de Buzca S.A. en el mercado, su trascendencia y cómo ha logrado sobresalir a nivel internacional. Hace 25 años, Gómez asumió las riendas de la compañía haciendo cambios oportunos para incursionar dentro del sector de la construcción marítima. Actualmente, la empresa cuenta con una base de 70 ingenieros y más de 280 empleados, gracias al crecimiento que ha experimentado desde que entró en operación. Uno de los cambios más importantes ha sido el de abrir y expandir el mercado a destinos nacionales e internacionales, pues la mayoría de los procesos se han focalizado en Centroamérica donde construyeron dos terminales submarinos y han hecho ampliaciones de otras estructuras para compañías importantes como ExxonMobil. Frente a la apuesta del Gobierno al offshore, el ingeniero cree que Colombia es un país dependiente del petróleo y que esto le daría estabilidad. “El petróleo todavía mantiene unos valores y unos costos que cualquier país desearía tener, y para la economía y el desarrollo de Colombia creo que es un buen emprendimiento”. Buzca S.A., ya ha puesto la bandera colombiana en varios países como México y Argentina; actualmente se encuentran trabajando en Islas Vírgenes Americanas en la construcción de un terminal marítimo. Sin embargo, Gómez se inclina por trabajar más en proyectos dentro del país, ya que la intervención de otras industrias en Colombia están frenando el desarrollo de las compañías nacionales. Según el ingeniero, la empresa Buzca S.A. es una compañía totalmente colombiana que ha logrado sobresalir en Centro y Suramérica. Además, está bien posicionada y “es admirada por mucha gente, gracias a la calidad humana y el trato a  sus trabajadores”.

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A sustituir importaciones

Por: Jorge Enrique Robledo Senador del Polo Democrático Alternativo Constituye una certeza el fracaso de la política agraria que Colombia inició en 1990. Las importaciones pasaron de medio millón de toneladas a cerca de trece millones, arruinando renglones enteros de la producción y agravando la pobreza y la desigualdad. Y como sigue el proceso de desprotección del agro, lo importado está creciendo a costa de los productores de arroz, leche y carnes y son grandes las asechanzas contra la caña y la palma. En contraste, se exportan los mismos productos de esos días: café, banano y flores, más pequeñas cantidades de frutas, cuyos despachos, pretendiendo engañar, el gobierno cacarea con exageración. La globalización neoliberal no puede ser más leonina: Colombia acepta alimentarse con productos extranjeros subsidiados que las condiciones ambientales nos permiten producir, a cambio de que Estados Unidos y Europa nos importen los bienes tropicales que el clima les impide cosechar y cuyas compras y ventas les generan enormes ganancias. Al detallarlo, el gana-gana para ellos es todavía peor para nosotros. Porque la superproducción es la tendencia predominante en el mercado global de los frutos tropicales, lo que empuja los precios a la baja, reducción que además estimulan las trasnacionales que controlan el comercio, que para colmo se 175 valen de poderosos testaferros en los países que esquilman. Asalariados, campesinos, indígenas, artesanos y empresarios deben unirse en el propósito de reemplazar producción extranjera por producción y trabajo nacionales. El café sirve de ejemplo. Mientras que en Colombia campesinos, indígenas y jornaleros languidecen en la pobreza y la miseria y una clase media empresarial lucha para no quebrarse y para no perderlo todo, hasta sus tierras, las trasnacionales que controlan el comercio están pagando por el grano cerca de un dólar la libra, precio que es, en términos reales, ¡una tercera parte del de 1984! Es tan ínfimo ese pago, que pueden darse el lujo de castigar el café con altos impuestos en sus países y aun así hacer grandes utilidades financieras y comerciales. En Alemania, dice Café for Change, el café tostado paga 2,19 euros por kilo y el molido, 4,78, exacciones que le han generado al Estado cincuenta mil millones de euros desde 1950.  ¿Qué hacer ante esta realidad, que treinta años de engaños y mentiras ya no logran ocultar? De un lado está lo que le gusta a Duque, cuyo ministro de Agricultura se ufana del éxito –falso, por lo demás– de la balanza comercial agraria que encontró, ensalzando así las políticas agrarias del gobierno de… ¡Santos! Y el plan de desarrollo en trámite ratifica las políticas antiagrarias que impone la OCDE y facilita el volteo de tierras, consistente en destruir buenas tierras agrícolas al urbanizarlas en negocios de especulación inmobiliaria de uno u otro tipo. ¡Un crimen irreversible en contra del país, que está pasando de agache! La otra opción es la que se propone aquí. Primero. Que el gobierno nacional promueva un acuerdo con los gobiernos de los países productores para instar a las naciones consumidoras y a las trasnacionales a acordar el aumento de los precios del café y de otros bienes tropicales. Segundo. Que sin dejar exportar, la política agraria vire hacia la sustitución de importaciones, para reemplazar por producción nacional los bienes agrarios que se están comprando en el exterior. Así se le daría un gran respaldo a la generación de riqueza en el campo y se aumentarían el empleo y los ingresos por salarios, estimulando el desarrollo industrial y toda la economía nacional. Es decir, se promovería el círculo virtuoso que opera en los países desarrollados, donde el Estado sí respalda en serio la producción agropecuaria e industrial.  Entre las medidas para sustituir importaciones es principal una inspirada en lo que ocurre en Estados Unidos: que parte de los subsidios a la pobreza –Familias en Acción, Colombia Mayor…– se pague con comida producida en Colombia y que también con esos productos se alimente a las Fuerzas Armadas y a los niños de los programas oficiales. La sustitución de importaciones también debe ser política industrial, en defensa, para empezar, de zapateros y confeccionistas, a quienes Duque les puso conejo, como ya se sabe. Asalariados, campesinos, indígenas, artesanos y empresarios deben unirse en el propósito de reemplazar producción extranjera por producción y trabajo nacionales.

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