No recuerdo, en los más de 35 años que llevo en la industria minero-energética en Colombia, que existiera una conciencia colectiva sobre la importancia y lo que significa este sector para el país en términos económicos, sociales y soberanía nacional. Conversar sobre la matriz energética solo era un asunto de Gobierno, de expertos y una élite académica y científica.
Hoy, celebro la innumerable cantidad de voces que reconocen lo que hacen los más de 650 mil empleados, directos e indirectos, de la industria del petróleo y de gas en 390 municipios de 22 departamentos del país, para lograr que todos los colombianos tengamos la energía necesaria para movernos, cocinar, trabajar y seguir avanzando por la senda del desarrollo.
Se espera que en 2023 la nación reciba $52 billones de pesos por parte de Ecopetrol, de acuerdo con los cálculos de Corficolombiana. Lo anterior genera orgullo, porque con seguridad los líderes de este país sabrán hacer las inversiones sociales y de infraestructura que necesita Colombia para seguir avanzando.
Si bien las cifras son importantes, es necesario precisar sobre la experiencia de un siglo que tiene el sector en el país a propósito de la transición energética. Pues si hay una industria con capacidad de resiliencia, trabajo y apuesta por las regiones de Colombia en lo social, ambiental y logístico, es la del petróleo y el gas.
Ese conocimiento, de hecho, es punto de partida para la transición que busca Colombia para desarrollar energías limpias. Hoy, lo que sucede en Pasto deja aprendizajes de lo que podría implicar una mala planeación y lo que significaría un desabastecimiento de combustibles y el costo que tendríamos que pagar por actuar con el deseo y no con los datos. El 57% de energía primaria de Colombia proviene del gas y el petróleo, y suspender abruptamente su producción generaría una crisis de abastecimiento[1].
A Colombia hay que seguir llenándola de orgullo y energía. Una transición energética ordenada puede aprovechar el hecho de que el país ya cuenta con una matriz eléctrica limpia (Colombia solo representa el 0,4% de GEI[2]), en paralelo al desarrollo de la inversión en el sector (acumulado al tercer trimestre de 2022, la IED en el sector correspondió al 17,4% del total[3]), y las exportaciones (34% del total de exportaciones con corte a noviembre de 2022[4].
Somos la energía que le ponemos a Colombia y en esta industria siempre se encontrará gente dispuesta a llenarla con experiencia, con sostenibilidad, con trabajo, pasión y orgullo.
Por Nelson Castañeda Barbour
Presidente de Campetrol
[1] https://www1.upme.gov.co/DemandayEficiencia/Paginas/BECO.aspx
[2] Statistical Review of World Energy 2022, BP
[3] Banco de la Republica