Por, Carlos Felipe Mejía Mejía
Senador de la República, Centro Democrático
El país ha podido constatar durante los últimos días las consecuencias de adelantar un proceso de paz, largo, oculto y declinante, mediante el cual el presidente permitió que se iniciara la desmembración del país. Cuando se ha debido continuar como lo esperaban los colombianos, con el avance de la política de seguridad democrática que había devuelto la tranquilidad a la mayor parte del país, el gobierno decidió interrumpir el avance estratégico en seguridad en el Cauca, Nariño y en el Pacífico colombiano, justificada esta negligente actitud en la búsqueda de una paz negociada.
Fueron inmovilizadas las tropas, desmantelada la inteligencia y se renunció a la ofensiva por parte del estado legítimo. Ahí empezó a consolidarse la zona más grande del país en la que el Estado y sus instituciones no pasan de ser observadores impotentes ante los hechos: Crecimiento desbordado de los cultivos ilícitos, presencia creciente de la minería ilegal, bandas criminales dedicadas a todo tipo de delitos conexos a la ilegalidad, en Cauca, Nariño, Putumayo, Chocó y Caquetá. No podemos decir que es territorio de nadie, ya que tiene dueños: El Guacho, la retaguardia de las Farc, el paisa, Romaña, el ELN y las demás Bacrim.
Hoy se corrobora que hay cero Estado en Tumaco, corrupción total en Buenaventura, cultivos de coca multiplicándose y empoderamiento del ELN en todas las actividades económicas y políticas en el Chocó.
Hoy se corrobora que hay cero Estado en Tumaco
Paralelo a la negociación en La Habana, Santos permitió que amparados en una desastrosa ley existente, la cual habilita zonas de reserva campesina, se diera vía libre a la consolidación de una república independiente en el Catatumbo. Se permitió y se promovió, desde el Gobierno, el desmantelamiento del estado en esta región del Norte de Santander, la cual fue tomada por la delincuencia oficial venezolana, el ELN, el EPL, los narcotraficantes de los dos países vecinos, los contrabandistas y los corruptos. Hoy el Catatumbo es otro pedazo de país desmembrado, en el que las víctimas, las cuales son todos sus pobladores, no ven otra alternativa que el desplazamiento ante la ausencia de Estado y de autoridad.
Pero no contentos con esta pérdida de soberanía nacional en estos dos frentes, se ha anunciado, y siguen trabajando en un decreto, que daría vía libre a la entrega de tierras directamente a las Farc, mediante una titulación colectiva de predios a una asociación creada y manejada por las Farc. Es la colectivización de la propiedad rural, en la que los campesinos sin nada quedan a merced de la organización político – criminal Farc, hoy con poder de decisión legal.
Es todo esto, la fragmentación del Estado a la cual ha conducido este corrupto negociado de la farsa paz, que se manifiesta, además, en la contratación delictuosa que se hace con los recursos para este propósito fallido.
Le queda la esperanza a los colombianos, que Iván Duque en la presidencia retome el imperio de la legalidad, recupere las instituciones y ejerza la autoridad que nos devuelva la soberanía a todo el territorio nacional.