Venezuela, una fuerza polarizante en América Latina
Venezuela, una fuerza polarizante en América Latina El escalamiento en las tensiones de la crisis venezolana logró polarizar a un Continente que en estos momentos carece de liderazgo, pero que movilizó al mundo en una ola de solidaridad que se materializó con el concierto Venezuela Aid Live. El aumento de sanciones económicas por parte de Estados Unidos, el reconocimiento de varios países a la presidencia interina de Juan Guaidó y la conformación del Grupo de Lima por un lado y del Grupo de Contacto por el otro, han hecho que la pregunta ya no sea si Nicolás Maduro será removido de su cargo, sino cuándo y sobre todo cómo, en medio de la peor crisis humanitaria y de orden público que ha vivido el país por décadas. Aunque el concierto, Venezuela Aid Live llevado a cabo el viernes 22 de febrero demostró la solidaridad mundial frente a la crisis humanitaria por la que atraviesan los venezolanos, para el régimen de Nicolás Maduro la presión internacional fue indiferente y al terminar el fin de semana el escenario se hizo infinitamente peor. Menos de 12 horas después del concierto que tuvo lugar en la ciudad de Cúcuta, el gobierno de Caracas logró resistir la presión de miles de venezolanos que no lograron doblegar ni a las Fuerzas Armadas, ni a los “colectivos”, motorizados que son la banda armada paramilitar del régimen de Maduro. La ayuda se quedó varada y otra parte destruida en el lado colombiano de la frontera. Ese mismo sábado en horas de la mañana el mandatario colombiano, Iván Duque, le hizo entrega oficial de la ayuda humanitaria al presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, quien llegó al país el viernes en horas de la tarde poco antes de que finalizara el evento musical. Exigiendo al gobierno de Maduro que dejara ingresar la ayuda de forma pacífica al territorio, Duque dijo que “impedirlo es un atentado contra los DD.HH y podría constituir un crimen de lesa humanidad. “Esa negación ha representado una violación sistemática a las condiciones mínimas de vida del pueblo venezolano”, señaló el mandatario colombiano, quien además le pidió a las Fuerzas Militares Venezolanas que “se pusieran del lado correcto de la historia”, porque lo que sí es claro es que en ellos está el desenlace de la crisis que vive la vecina nación. “Es un atentado contra los DD.HH y podría constituir un crimen de lesa humanidad”. Juan Guaidó fue recibido por el presidente de Colombia, Iván Duque, el pasado viernes 22 de febrero en la ciudad de Cúcuta para recibir la ayuda humanitaria para el pueblo venezolano. En una violenta jornada entre manifestantes y miembros de las Fuerzas Armadas Venezolanas en la zona fronteriza del Puente Tienditas, varios contenedores con ayuda humanitaria fueron incinerados. Desde la otra orilla, en horas de la madrugada Maduro desplegó al menos tres pelotones de la Guardia Nacional Venezolana, respondiendo a la orden de cierre de frontera emitida por el gobierno de Caracas y rompió las relaciones con Colombia tras ordenar a sus funcionarios diplomáticos abandonar el país “en un lapso de 24 horas”. Las consecuencias tanto físicas como políticas del sábado fueron devastadoras. Tras la verdadera batalla campal que se presenció en el Puente Tienditas, hubo al menos 14 muertos, 300 heridos y casi 200 militares (varios de alto rango) desertaron, más de 140 por por Norte de Santander y otros tantos a través de Arauca. Entre tanto, toneladas de ayuda humanitaria fueron incineradas ante los ojos de miles de personas que gritaban ayuda. Políticamente hablando, las relaciones bilaterales Colombia-Venezuela se terminaron de romper definitivamente, y en el marco de la reunión que convocó el grupo de Lima en Bogotá el lunes 25 de febrero, a la que asistió el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, ahora sí es cierto que todas las opciones están sobre la mesa para ponerle punto final a la dictadura de Nicolás Maduro. Pero para poder evaluar los posibles escenarios es importante preguntarse: ¿Cómo comenzó todo? Ahora sí es cierto que todas las opciones están sobre la mesa para ponerle punto final a la dictadura de Nicolás Maduro. El lunes 25 en la ciudad de Bogotá, el presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó (Izq.), estrecha las manos con el presidente de Colombia, Iván Duque (centro) y con el Vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence (der.) en el marco de la reunión del Grupo de Lima. El escalamiento de las tensiones diplomáticas El presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump reconoce a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela el pasado 23 de febrero. Una primera acción que movilizó a la comunidad internacional y que escaló el nivel de la crisis se dio el 23 de enero cuando el presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump, reconoció el gobierno interino del presidente de la Asamblea Nacional y líder opositor, Juan Guaidó. En aquel entonces, Trump animó a los gobiernos occidentales a respaldar esta iniciativa y aseguró que “todo el peso del poder económico y diplomático de Estados Unidos caería para presionar por la restauración de la democracia venezolana”. No mentía. Adicionalmente al hecho de que la decisión fue secundada de manera casi inmediata por Colombia, Argentina, Canadá, Perú, Paraguay, Brasil, Ecuador y Costa Rica, el 28 de enero Washington bloqueó alrededor de US$7.000 millones de activos de la petrolera estatal PDVSA, lo que le implicaba a Venezuela una reducción en los ingresos que el gobierno de Maduro recibe por la venta de petróleo. En esa misma rueda de prensa llevada a cabo en la Casa Blanca, el Asesor de Seguridad Nacional de la administración Trump, John Bolton, dejó entrever un apunte que decía “5.000 tropas a Colombia” en una libreta amarilla que más adelante la opinión pública se encargaría de parodiar y frente a la cual la Cancillería colombiana dijo desconocer el tema. Si bien es cierto que el dato de las 5.000 tropas despertó un debate sobre el derecho a la autodeterminación de los pueblos, ya que puso sobre la mesa la posibilidad de
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