El inicio de esta columna podrá ser cliché, pero es claro que el panorama económico de Colombia es y será más que oscuro. Y no se trata de ser alarmistas, pero si revisamos las múltiples proyecciones de Fedesarrollo, Anif, Banco de la República, Fondo Monetario Internacional y Ministerio de Hacienda, es inevitable pensar que las palabras incertidumbre, caída, disminución, contracción, déficit y sus sinónimos serán nuestros más cercanos vocablos durante los próximos meses. De acuerdo con las cifras proyectadas por gremios, entidades y analistas, la economía nacional se contraería entre un 3 % y un 7 %, generando una caída del PIB que oscila entre -5 % y el -8 %, además de presentar un déficit fiscal del orden del 8,2 % para 2020; sin embargo, existe una cifra que para el sentir de la ciudadanía es todavía más preocupante: el desempleo. Según el reporte de mayo presentado por el DANE, la tasa de desocupación se ubicó en 21,4 %, es decir, alrededor de 2,1 millones de colombianos más están desocupados si la comparamos con el mismo mes del año anterior. Además, si a ello sumamos la incertidumbre generada por el ansiado y lejano anuncio del “pico” de la pandemia, el incremento exponencial de los casos Covid-19 y la indisciplina generalizada de la población colombiana para hacerle frente a la emergencia, las preocupantes cifras de desempleo seguirán en un aumento vertiginoso. Sin duda, la presión constante de los diversos sectores inmiscuidos en esta espiral de afectaciones implica la toma de decisiones contundentes por parte del Gobierno Nacional para buscar salidas, entre ellas la reapertura económica parcial y paulatina, hecho que inquieta debido a la falta de capacidad del Sistema de salud para afrontar una propagación mayor. En el marco de lo anterior, se hace necesario para el Gobierno Nacional la obtención de nuevos ingresos. Antes de la pandemia se proyectaba un déficit del orden del 2.2 % del PIB y ahora, como lo estipula el Marco Fiscal de Mediano Plazo, este llegará a ubicarse cerca del 8.2 %. Es claro que los 12 billones de pesos posibles a través de la vía de las enajenaciones no serán suficientes para otorgar la liquidez que requiere la economía en general. En este escenario, sin lugar a duda en el largo plazo resulta necesario regresar a una senda sostenible en materia económica, la cual debe contar con la especial atención de la ciudadanía para que, por fin, después de 8 años y cuatro reformas tributarias, se logre plantear la tan anhelada reforma que cumpla verdaderamente con los principios de eficacia, eficiencia y progresividad de cualquier sistema tributario. Hoy por hoy es la clase media quien soporta una tasa efectiva de tributación elevada a través de las personas naturales y jurídicas, por lo que en aras de alcanzar una verdadera progresividad se requiere ubicar por parte de la DIAN a los rentistas de capital, mantener constante o permanente el impuesto al patrimonio, incrementar la tasa de tributación del impuesto a los dividendos, revisar de manera minuciosa las exenciones tributarias que se le han otorgado a través de la historia a sectores específicos como el petrolero e imponer una carga tributaria a las plataformas digitales que se ajuste a los millonarios ingresos diarios que obtienen, en especial, por pauta publicitaria. Indiscutiblemente, el país no podrá esperar a 2022 para obtener los resultados de la comisión de expertos sobre beneficios tributarios contemplada en el Decreto 855 de 2020, urge actuar con prontitud y eficacia. Si alguna enseñanza nos ha dejado este tiempo de cuarentena es que la población colombiana, en la gran mayoría de territorios, no tiene la disciplina y disposición de seguir por voluntad propia protocolos y medidas para convivir con la pandemia sin ser víctima de ella, además, se demostró que el Estado es débil para velar por el bienestar y la protección de sus ciudadanos en momentos de crisis y emergencias. La otra reforma tributaria se avecina y es necesaria, pero no puede significar un golpe más para la clase media colombiana. Daniel Felipe Toro Rendón Magíster en Comunicación Política- Universidad Externado de Colombia Especialista en Marketing Político y Estrategias de Campaña Comunicador Social y Periodista-Universidad de Manizales