Construyendo conciencia y embelleciendo ciudad
Construyendo conciencia y embelleciendo ciudad A pesar de que las fachadas y los monumentos que componen el paisaje capitalino representan en sí mismos valores conmemorativos, artísticos, simbólicos e históricos, la falta de apropiación de la ciudadanía frente a las obras más emblemáticas de Bogotá y las condiciones medioambientales derivadas de la intemperie, las han condenado al olvido, al deterioro y al vandalismo. Ante estos inevitables fenómenos al que son frecuentemente sometidas las estatuas que nos recuerdan de dónde venimos, la administración de Enrique Peñalosa ha intervenido cerca de 180 piezas (de un universo de más de 560 bienes muebles inventariados, de los cuales 350 corresponden a esculturas y monumentos), y ha recuperado alrededor de 1.400 fachadas, más de 700 de ellas ubicadas en contextos de carácter patrimonial. Con la doble intención de embellecer la cara de Bogotá y de generar pertenencia para que las restauraciones perduren, la alcaldía ha impulsado tres líneas de acción que más allá de limpiar, restaurar y restituir los monumentos y las esculturas capitalinas, ha logrado vincular tanto a entidades públicas como privadas en esta empresa de recuperación cultural, despertando apropiación por parte de la ciudadanía frente a las obras que constituyen un valor histórico y colectivo para la metrópoli. “Habiendo duplicado los recursos destinados a recuperar el patrimonio cultural y artístico de Bogotá, esta administración logró cambiar la relación que tiene la comunidad frente al patrimonio y con éxito construimos conciencia alrededor del mismo. Ese cambio de pensamiento era a lo que estábamos apuntando”, señala el Director General del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, IDPC, Mauricio Uribe González. Es así como a través de la acción diaria de las Brigadas de Atención a Monumentos (BAM) y de los programas, Adopta un monumento y El patrimonio se luce, que se han recuperado construcciones y esculturas como la de Américo Vespucio, La Rebeca y La Gran Mariposa de Edgar Negret. Brigada de Atención a Monumentos (BAM) Por la afluencia de público, la falta de cultura ciudadana y las varias marchas y manifestaciones, la mayoría de las cuales confluyen en el centro de la ciudad, hay obras y monumentos que demandan varias intervenciones al año. La estatua de Carlos Lleras Restrepo tuvo que ser intervenida en cinco ocasiones en el 2018 y en el escaso mes que ha corrido del 2019, el Simón Bolívar que le dio su nombre a la Plaza Mayor de Bogotá ya necesitó atención y su espada fue reinstaurada poco después de las movilizaciones estudiantiles. De esta recuperación diaria se encarga la Brigada de Atención a Monumentos (BAM) creada por esta administración para conservar el legado de la ciudad. Conformada por expertos restauradores de bienes inmueble, este grupo de personas enamoradas del patrimonio arquitectónico y cultural de la capital del país evalúan el daño, determinan el nivel de restauración que se necesita y establecen y ejecutan los protocolos de intervención. Aunque su accionar se focaliza en el Centro Histórico, también atienden el llamado de cualquier ciudadano que solicite de su ayuda, recorriendo todas las localidades y haciendo un mantenimiento diario. “El trabajo de la BAM es diaria, permanente y con ella hemos hecho más de 120 intervenciones con acciones concretas que queremos que se vean y que la ciudadanía perciba. Con esta brigada y con muy pocos recursos hemos atendido muchos casos sencillos porque queremos restaurarlos todos y llevamos números muy buenos”, dice a este respecto el director del Instituto. Adopta un monumento Este programa, reglamentado por el Decreto 628 de 2016, tiene siete líneas de acción que pueden desarrollar las instituciones adoptantes en asesoría directa con el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural. Contempla la restauración directa, el mantenimiento, la conservación preventiva para evitar eventuales intervenciones, la defensa dirigida a resguardar la integridad de los bienes, la divulgación para dar a conocer los valores de los bienes culturales, y la investigación y la pedagogía alrededor de los mismos. Para explicarlo, el director del IDPC expuso el exitoso caso de Gonzalo Jiménez de Quesada ubicado en la plazoleta de la Universidad del Rosario. A pesar de que fue restaurado por la antigua administración del Distrito, la alcaldía de Enrique Peñalosa la recibió en muy mal estado porque no había un sentido de corresponsabilidad, de entender que el patrimonio es de todos. “Frente a casos como este uno pensaba: para que gastarle plata si no se le puede garantizar la sostenibilidad que sólo se logra si hay apropiación de ese patrimonio. Nosotros le recomendamos a la Universidad los restauradores y el Rosario pagó el proyecto, le construyeron un jardín, lo custodian y lo cuidan a diario y ya lleva dos años cumplidos en buen estado”, expresa. Durante el actual gobierno, entidades como la Presidencia de la República, varias dependencias del Distrito y universidades como la del Rosario, la Javeriana y los Andes, han apadrinado monumentos y obras cerca de sus inmediaciones, mientras que la Universidad Externado adoptó la estatua de Hermógenes Masa ubicada en la Plaza Egipto. Algo similar ocurrió con el Obelisco a los Mártires ubicado en el Bronx, el cual fue protegido por el batallón de reclutamiento, entidad que se encarga de su cuidado y atención. Empresas como Asosantaclara y Asosandiego también se han sumado a esta iniciativa. “Llevamos más de 120 adopciones y con eso estamos creando conciencia. Ya sea que la adopten restaurada o que también se encarguen de su restauración, esto ha generado apropiación y no siempre significa recursos. Significa cariño, volverse custodio, padrino de los monumentos y con eso estamos haciendo lo que más nos interesa en el instituto, que es que haya apropiación social del patrimonio”, señala Uribe González. Los monumentos y las estatuas son constantemente hostigados por la ciudadanía y de ahí que las Brigadas de Atención a Monumentos (BAM) se encarguen de la recuperación diaria de los mismos para conservar el legado de la ciudad. La intervención de Gonzalo Jiménez de Quesada adoptado por la Universidad del Rosario en 2017 ha generado beneficios directos en el espacio público: la plazoleta es ahora disfrutada de forma más segura por la ciudadanía.