Una Policía en sintonía con el país de hoy
Teniendo en cuenta que la Constitución Política de 1991 facultó a la Policía Nacional para ser un “cuerpo armado de naturaleza civil”, encargado fundamentalmente de garantizar la paz y la convivencia de los ciudadanos, la intensidad del conflicto armado conllevó a que asumiera tareas operacionales. Hoy, con un panorama distinto, la institución busca transformarse para seguir en sintonía con la coyuntura del país, afianzando su papel para el bienestar de los colombianos y trabajando para seguir consolidándose como un referente internacional en la lucha contra el crimen organizado. Por su función constitucional, consagrada en el artículo 218 de la Carta Magna, el policía es el primer funcionario del Estado con el que la ciudadanía tiene contacto directo. “Hay una gran diferencia con el resto de la Fuerza Pública, que hace una labor excepcional para el país. Nosotros interactuamos todo el tiempo con el ciudadano, en los temas de convivencia, tranquilidad y seguridad”, asegura el subdirector general de la Policía Nacional, mayor general José Ángel Mendoza Guzmán. Persiguiendo ese objetivo, la institución adelanta estrategias que buscan contribuir a la confianza, credibilidad y legitimidad ante los colombianos, lo que implica cambios estructurales que deben adelantarse paulatinamente en el tiempo. “Queremos un policía más humano, más íntegro, más disciplinado, más innovador, más efectivo en su gestión y, sobre todo, más cercano al ciudadano”, sostiene el mayor general. El turismo promete ser el “motor del posconflicto” y la Policía trabaja para contribuir en esta materia La firma de los acuerdos le posibilitó a la institución virar hacia su rol constitucional: garantizar la convivencia de los ciudadanos Implementación del MTI Con una fase de formulación que tomó varios meses, en la que se definieron 15 líneas estratégicas, el proceso de Modernización y Transformación Institucional (MTI) se erige como la más importante apuesta de la Policía Nacional en su objetivo de autoreformarse en el corto y mediano plazo. “Hemos instalado 14 planes de acción, 73 iniciativas estratégicas de cambio, 322 acciones de logro, 567 entregables y 1.594 tareas de cumplimiento”, resalta el oficial, quien además afirma que 2017 se cerró “con un logro del 18% del MTI”. Para el año que está en curso, la Dirección aspira a completar 645 asignaciones adicionales, que representarán un 42% del proceso y un enorme paso en la pretensión de reestructurar y sintonizar a la Policía con las nuevas realidades del posconflicto. Parafraseando al científico alemán Albert Einstein, el subdirector sostiene que, si se están buscando resultados distintos, no hay que hacer lo mismo de siempre. Por ello, como institución “nos hemos ido adaptando a las dinámicas del nuevo país y a la dinámica criminal, a la que esperamos poder anticiparnos”, señala el oficial. Paz, seguridad y convivencia La seguridad en el campo colombiano ha sido uno de los frentes priorizados del MTI, a través del Sistema Integral de Seguridad Rural (SISER). Son tres los pilares sobre los que descansa el plan de modernización de la Policía: ayudar a construir y edificar la paz, consolidar una cultura ciudadana y garantizar la convivencia de los colombianos (as). “Consecuentes con esos retos, nuestro ámbito de actuación se determina mediante el Modelo de Planeación y Gestión Operacional del Servicio de Policía (MOGEP), que plantea un giro sustancial del quehacer policial, para garantizar la tranquilidad ciudadana, el fortalecimiento de la gobernabilidad y la seguridad pública”, subraya. Si bien, esa hoja de ruta está diseñada para responder a fenómenos como el homicidio, el tráfico de estupefacientes, el contrabando y el hurto, también se concibe en el marco de un trabajo diferencial en las zonas rurales y en la lucha contra el crimen trasnacional organizado. El mayor general reconoce que, pese a que se ha terminado el conflicto, “no se han acabado los problemas” y la Policía siempre ha estado a la vanguardia de las transformaciones sociales que experimenta la nación. La seguridad como una cultura Según el subdirector, la institución busca trabajar más en la prevención y en la educación, “para estar cada vez más cerca del ciudadano y así poderle servir mejor”. Lo que se traduce en que la Policía promueve unas prácticas ciudadanas que podrían convertirse en una enorme contribución en la lucha contra la criminalidad. “Si tuviésemos una cultura de la seguridad, nos cuidaríamos muchísimo más y le dejaríamos los temas complejos a la Fuerza Pública […] Con eso podríamos alcanzar mejores índices de tranquilidad”, agrega. Sin embargo, recuerda que esta es una tarea que también debe ser asumida por los medios de comunicación y la misma ciudadanía, la cual debe empoderarse aún más en su deseo de lograr una sana convivencia y una sociedad en paz. Una Policía incluyente La Policía busca en el largo plazo seguir aumentando el número de mujeres en su objetivo de ser más incluyente en materia de género. Aparte de ser reconocida internacionalmente como un referente para los cuerpos policiales de otros países del mundo, la Policía Nacional también se erige como una de las más incluyentes en materia de género. No en vano, en la actualidad hay alrededor de 17 mil mujeres policías, quienes se destacan en todas las especialidades. No conforme con esa cifra, dentro del proceso MTI está contemplado el Plan Decenal de crecimiento, mediante el cual se aumentará en 50.000 el número de policías, incluidas 10.000 mujeres. “La mujer policía se caracteriza por su preparación académica y el aumento de sus experticias, lo que las ha convertido en verdaderas gestoras de conocimiento policial”, afirma el subdirector. Transparencia para enfrentar la corrupción No siendo ajenos a una de las grandes problemáticas del país, la Policía se constituye como un auténtico ejemplo en la lucha contra el flagelo de la corrupción. “El fin último de nuestra Política Integral de Transparencia Policial va dirigido en un 75% a la prevención y un 25% a la aplicabilidad de la norma”, sostiene el mayor general. Lo que quiere decir que, desde la formación inicial, los uniformados reciben “virtudes, valores y procedimientos” que desde un principio están diseñados para evitar conductas irregulares en el futuro. Adicional