Bogotá está en riesgo por licitación de TM
Jorge Torres Concejal de Bogotá, Partido Alianza Verde Existen serios indicios de que los proponentes de la licitación de fases I y II de Transmilenio ofertarán mayoritariamente Diésel EURO V, dejando por fuera los buses a gas o eléctricos. Aunque en la licitación se hizo explicita la inclusión de filtros para buses diésel EURO V, estos no son óptimos, ya que permiten la emisión de óxidos de nitrógeno, ozono atmosférico y CO2, gases que son altamente perjudiciales para la salud humana. En Bogotá, el sector del transporte aporta cerca del 56% de las emisiones de material particulado (MP) y más del 85% de las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx), monóxido de carbono (CO) y dióxido de carbono (CO2), todos gases contaminantes para los bogotanos, cuya emisión vulnera el derecho de todos los ciudadanos a tener un ambiente sano consagrado en la Constitución Política. Por esta razón, un primer paso para mejorar el complejo panorama de la contaminación ambiental en Bogotá es la inclusión de tecnologías limpias en la nueva licitación de la flota para las fases I y II de Transmilenio. Lamentablemente, está ilusión que tenemos millones de bogotanos podría terminar frustrada. El primer punto tiene que ver con el anuncio que la administración distrital hizo el pasado 24 de abril, celebrando que la licitación entregaría 400 puntos en la oferta técnica de los 2.000 posibles a favor de las tecnologías limpias en aras de incentivar la inclusión de articulados y biarticulados con energías limpias. Sin embargo, los buses tanto a gas natural, como eléctricos y diésel EURO VI requieren de mayores inversiones iniciales, lo que podría poner en riesgo su inclusión dentro de los proponentes, ya que en la puja de la licitación prima la oferta económica y los menores costos. Adicional a esto, al conocerse que Ecopetrol, específicamente en la refinería de Cartagena, produce desde el mes de marzo diésel para estándar de emisión EURO VI, resulta factible que la licitación asigne los 400 puntos anteriomente mencionados a este tipo de tecnología que, si bien tiene menor material particulado que los combustibles que actualmente recorren la ciudad, no es cero emisiones y, por tanto, sigue siendo un agente contaminante en las vías de la ciudad. “Es necesario que los operadores contribuyan para reducir comportamientos negativos en el sistema” Por tanto, si Transmilenio quiere garantizar efectivamente una pluralidad de tecnologías, debería otorgar una puntuación escalonada o adjudicar la totalidad de los puntos a en la oferta técnica a los oferentes que entreguen al menos el 30% de la flota con buses articulados o biarticulados a gas o eléctricos. Pero, bajo el actual planteamiento de la licitación, los concesionarios se lanzarán a presentar ofertas con aquellas tecnologías que representen menores inversiones, menores costos operacionales y que garanticen la captura de la totalidad de los puntos sin que esto represente cambios tecnológicos ni resultados ambientales de alto impacto con la implementación de la nueva flota. Asimismo, nos queda el sinsabor de la inclusión de los filtros que se exigen en la licitación. Porque, si bien mejoran en algo las emisiones de los motores de estándar EURO V y reducen la emisión de material particulado, no son óptimos, ya que permiten la emisión de óxidos de nitrógeno, ozono atmosférico y CO2, gases que son altamente perjudiciales para la salud humana. Además, existen riesgos sobre el mantenimiento, ya que estos motores operan con un diésel de 50 ppm que generaría que la vida útil de los filtros fuera menor, lo cual aumentaría los costos de operación en el futuro. Algo similar ocurre con los buses EURO VI, ya que el mantenimiento de estos es muy complicado y por ende muy costoso. Finalmente, la licitación de Transmilenio tampoco exige a los oferentes acciones que generen cambios de comportamientos de los usuarios y conductores del sistema vía cultura ciudadana. Se limita únicamente a definir detalles de operación, mantenimiento de los buses y adecuación de los patios. Lo cual es preocupante tras conocerse el fracaso de las estrategias de Cultura Ciudadana que adelantó Transmilenio durante los dos primeros años del actual Gobierno. Es necesario que los operadores contribuyan para reducir comportamientos negativos en el sistema, como los colados, las agresiones, la intolerancia, la falta de orden en las filas y los daños a las puertas para lograr el sistema de transporte público masivo que nos merecemos todos los bogotanos.