Una carta a una hija

Hola Sarita: hijita de mi corazón. Esta fecha constituye para ti, una cita con el destino y fue un infinito honor llevarte de la mano al Palacio de Justicia, camino a la Corte Constitucional, te vi sonriente y tranquila para entrar con autoridad y carácter que te conceden tus méritos académicos y personales, y así, cumplir con éxito la práctica que te encargaron los maestros de Derecho Público de la Universidad Javeriana. Me despedí deseándote, buena suerte, gemelita, y que Dios te bendiga. Hoy me siento el papá más feliz del mundo por haber recordado uno de los mandamientos del jurista uruguayo Eduardo J. Couture (Cutir) que a la letra dice: “Ama tu profesión. Trata de considerar la Abogacía de tal manera que el día que tu hijo te pida consejo sobre su destino, consideres un honor para ti proponerle que sea abogado”. Quienes hemos rodeado tu crecimiento y tus virtudes nos sentimos orgullosos de tener una hija, una hermana, una tía y cuñada ejemplar. Este sentido mensaje lo escribo de todo corazón, desde la casa de las leyes, pensando con optimismo y alegría en el futuro del hogar, pues, aún hay fuerza y muchas ganas para seguir luchando. Sarita, muchas bendiciones para transitar el camino del derecho y la justicia. Tu padre. A medio milímetro sientes los pasos de tu hermana Manuelita, ella, llena de altivez, de ingenio y de gracia, chiquita como tú, pero con vocación de gigantes. Por: Eduardo Enriquez Maya Columnista y Senador del Partido Conservador Colombiano

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