Redescubramos el Golfo de Morrosquillo, Erasmo Zuleta

No puede repetirse la historia de promesas incumplidas que ya tiene aburridos a sus habitantes. Las acciones serán la mejor forma de convencer a los incrédulos durante los próximos cinco años, tiempo en que más de 355 mil millones de pesos serán invertidos en obras. Han pasado cerca de cinco siglos desde que tres embarcaciones, la Pinta, la Niña y la Santa María llegaron al nuevo mundo desde España. En aquel entonces los españoles se deslumbraron con el esplendor de estas nuevas tierras. Ciertamente, la costa Caribe que tenemos hoy en día es la misma que hace siglos cautivó a los europeos, quienes atraídos por la riqueza natural de esta región se animaron a internarse más adentro en el continente. Bastante paradójico que 500 años después esta misma zona, que fue por donde entraron los españoles, esté sumida en la pobreza. Me refiero específicamente al duro momento que vive el Golfo de Morrosquillo. El Golfo de Morrosquillo, cuyo territorio se divide entre Córdoba y Sucre, tiene una ubicación privilegiada. Podría ser un puerto de intercambio comercial con el mundo por donde la riqueza y el progreso entraran tanto al país como a la región. Hay municipios como San Bernardo del Viento que tienen un potencial turístico invaluable. Solamente dicha población tiene la desembocadura del río Sinú en Bocas de Tinajones, 30 kilómetros de costa Caribe y paisajes de ensueño que son ignorados por los mismos colombianos. Las tierras que se bañan por el río Sinú y el Mar Caribe, en lugar de gozar de privilegios y esperanza, presentan índices de pobreza por encima del 60%, según el último informe del DANE. Al revisar el mapa de la pobreza del DANE, donde la misma está graficada en el territorio colombiano, se evidencia que el fenómeno es mucho más intenso en la periferia del país que en el interior. Mientras el promedio nacional es del 27%, Sucre y Córdoba presentan índices de 41 y 44% respectivamente. El Golfo de Morrosquillo necesita que el país mire hacia él. El olvido histórico al que las regiones han sido sometidas no puede continuar. Tanto el Estado como los mismos colombianos debemos redescubrir al Golfo de Morrosquillo y al potencial que tiene consigo como motor de desarrollo, de la misma forma en que siglos atrás los españoles quedaron anonadados con la riqueza de este nuevo mundo. En días pasados hubo el primer paso para lograr ese redescubrimiento. Por medio de la firma del Pacto Territorial Golfo de Morrosquillo, el Presidente Iván Duque y 8 alcaldes de la zona se comprometieron con la ejecución de al menos 11 obras estratégicas que beneficiarán a casi 350 mil personas. Aunque esta no es la primera vez que un Jefe de Estado visita el Golfo de Morrosquillo, estoy seguro que tiene intenciones sinceras que materializará en hechos palpables para dar inicio a la renovación que pide a gritos este rincón del norte de Colombia. No puede repetirse la historia de promesas incumplidas que ya tiene aburridos a sus habitantes. Las acciones serán la mejor forma de convencer a los incrédulos durante los próximos cinco años, tiempo en que más de 355 mil millones de pesos serán invertidos en obras. Me comprometo con los habitantes de esta región a ser un garante desde el Congreso de la República para la ejecución de estos proyectos, especialmente aquellos que son responsabilidad del Gobierno Nacional. El Golfo de Morrosquillo debe ser algo que cada colombiano sienta como propio. Solamente así conseguiremos que el mar y el río bañen nuevamente a estas tierras de prosperidad y riqueza, como sucedía cinco siglos atrás.

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