Baja participación de mujeres en política, sí que es un problema

Por: Catalina Ortiz Lalinde Representante a la Cámara por el Valle del Cauca de Alianza Verde Nos encontramos en un momento tan prometedor como desafiante para Colombia: el próximo 27 de octubre, escogeremos a quienes nos van a representar desde las gobernaciones, alcaldías, asambleas departamentales, concejos municipales, juntas de acción comunal y demás cargos locales. Esas personas tomarán algunas de las decisiones más importantes de la sociedad durante los próximos cuatros años. Estamos ante, nada más ni menos, que la oportunidad de renovar a quienes gobernarán nuestras regiones y apostar por personas preparadas, trabajadoras, rigurosas, honestas y con profundo sentido de lo público. La posibilidad de transformar nuestro país no da espera. Y la decisión de contribuir, de manera contundente y definitiva, a tener más mujeres en los cargos de elección popular está en nuestras manos. De la mano de ese reto, tenemos la oportunidad de darnos mayor representación a las mujeres en la gobernanza de nuestros territorios.  Las cifras no mienten, en las elecciones del período 2016-2019 las mujeres no llegamos ni al 20% de representación en ninguna entidad o corporación. De acuerdo con el estudio “Las Mujeres en el poder política local (2016-2019)”, de la Mesa de Género de la Cooperación Internacional en Colombia, hoy las mujeres representamos el 15,63% de las gobernaciones, 16,75% de los miembros de asambleas, 12,17% de los alcaldes en todo el país y 16,63% en los concejos municipales. El problema, es que la bajísima participación de las mujeres en política no es considerada un obstáculo por la mayoría. Difícil que el pais se embarque en solucionar un “problema” sino se considera que lo sea. Primero es un derecho para nosotras las mujeres el acceder al poder en igualdad de condiciones y, claramente, los resultados demuestran que no se dan las condiciones para que las mujeres podamos acceder. Pero no sólo es el derecho de las mujeres no elegidas el que se vulnera, sino que la perspectiva femenina frente a los asuntos de política pública se priva de la mirada de más de la mitad de la población que entiende de primera mano lo que es sentirse menospreciada en lo laboral, acosada mientras camina por una calle o vestida de rosadito para que nos impongan los roles que la sociedad ha querido. Así las cosas, se nos vuelve una tarea inaplazable y definitiva visibilizar y poner en la agenda nacional la problemática de las brechas entre hombres y mujeres en materia de participación política. El primer paso es que estemos de acuerdo en que es un problema. Para aumentar la participación política de las mujeres hay que superar las barreras que persisten y que no podemos desconocer. La última Encuesta de Participación Política de ONU Mujeres revela que el 62% de los electores nunca ha votado por una mujer, incluso el 59% de ellas nunca lo ha hecho. Más grave aún, el 26% cree que la participación que tienen hoy las mujeres en cargos de elección popular es suficiente y al 18% le parece irrelevante discutir este tema. Otra barrera, no menos importante, es la falta de postulación de las mujeres a los cargos de elección popular. El plazo máximo para inscribir candidatos y listas de partidos vence el 27 de julio, necesitamos mujeres berracas que se atrevan a lanzarse, partidos decididos a apoyarlas y electores dispuestos a dar su voto a la mejor alternativa, independientemente de si es hombre o mujer. La posibilidad de transformar nuestro país no da espera. Y la decisión de contribuir, de manera contundente y definitiva, a tener más mujeres en los cargos de elección popular está en nuestras manos. Es hora de visibilizar el problema, trazar metas ambiciosas y enfocarnos en unos resultados que tengan en cuenta que hay un problema.

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