La crisis generada en la frontera de Ecuador y Colombia, por el secuestro y asesinato de tres integrantes de un equipo periodístico del vecino país, debe llevar a una acción consensuada del hemisferio para frenar la actividad de narcotráfico, que se ha desplegado hacia países vecinos, generando conflictos entre naciones y poniendo en riesgo la seguridad de la población.
De eso está consciente el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, quien ha pedido a la comunidad internacional aunar esfuerzos en la lucha que se libra contra el crimen organizado en la región. “No podemos mostrar debilidad. La cooperación muestra que de manera conjunta es posible obtener resultados”, aseguró el uruguayo. Es por ello que pedirá un mayor despliegue de la Misión de Apoyo al proceso de paz de Colombia, en la zona fronteriza de los dos países, para ayudar a enfrentar el problema.
Por unanimidad, el Consejo Permanente de la OEA sentó su voz de protesta por el secuestro y asesinato del periodista Javier Ortega, el fotógrafo Paúl Rivas y el conductor Efraín Segarra, atribuido por las autoridades a una disidencia de las disueltas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que opera en alianza con bandas al servicio del narcotráfico en la frontera.
El narcotráfico no respeta fronteras
Es evidente que la presencia de cultivos ilícitos en la zona ha generado problemas de orden público para Ecuador, que, en ataques de grupos armados colombianos, ha perdido a cuatro miembros de la Fuerza Pública este año. Otros dos civiles permanecen secuestrados por el mismo comando insurgente responsable del crimen de los comunicadores ecuatorianos, lo que ha prendido las alarmas en el país vecino.
La difícil situación que se presenta en línea fronteriza con Colombia llevó a la canciller ecuatoriana, María Fernanda Espinosa, a pedir a la región un trabajo conjunto para combatir el flagelo del narcotráfico, una amenaza que, según dijo, “enfrentamos todos” y debe ser atacada por todos los países del hemisferio. El Gobierno colombiano no se quedó atrás en su llamado a la comunidad internacional para acabar con las que consideró “poderosísimas” estructuras de los carteles que controlan el tráfico de drogas en el continente.
Para la ministra de Relaciones Exteriores de Colombia, María Ángela Holguín, “el terrorismo no tiene fronteras”, por lo que instó a la unidad regional en la lucha que se libra. Según la funcionaria, el ingreso del Estado a las zonas que antes eran controladas por las FARC llevó a la salida de los narcotraficantes hacia otros territorios.
Efectos en los esfuerzos de paz
El reciente asesinato de los tres integrantes del equipo periodístico ecuatoriano tuvo efectos en las negociaciones de paz que mantienen el Gobierno colombiano y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) desde el año anterior. Aunque el crimen lo cometió una disidencia de las FARC, el presidente Lenín Moreno tomó la decisión de no seguir como garante del proceso que se adelantaba con el ELN en Quito, por lo que fue necesario cambiar de sede.
Las autoridades ecuatorianas, en conjunto con las colombianas, lanzaron una ofensiva militar en la frontera para detener al “Guacho” y sus hombres, que arroja la captura de varios integrantes del grupo responsable del secuestro de los comunicadores, así como el allanamiento de laboratorios para el procesamiento de cocaína en la zona rural del puerto de Tumaco.
Sin embargo, la falta de resultados en los esfuerzos por arrestar al jefe de la disidencia de las FARC, les costó el puesto a los ministros de Defensa y del Interior de Ecuador, Patricio Zambrano y Cesar Navas, a quienes Moreno les había dado un plazo de 10 días para ubicarlo y ponerlo a buen recaudo de la justicia ecuatoriana.
Acciones coordinadas para mitigar la crisis
Analistas creen que lo ocurrido este año en la frontera de Colombia y Ecuador, que ha sido permeada por el narcotráfico, es apenas la “punta del iceberg” de la crisis que ha vivido la zona limítrofe, donde confluyen diferentes expresiones de violencia y el atraso económico y social es evidente por la falta de presencia estatal, situación que ha servido de caldo de cultivo para el crecimiento del tráfico de droga y de armas, así como del fenómeno del contrabando en ese territorio. Problemas que claman una acción coordinada no solo de Colombia y Ecuador, sino de todo el hemisferio.