Richard Aguilar Villa
Senador, Cambio Radical
Pese a que a diario observamos desastres naturales, muy seguramente por el calentamiento global y los cambios climáticos de todo el planeta, en Colombia no hemos adoptado con seriedad políticas de mitigación y adaptación al cambio climático.
Prueba de ello es que en materia de presupuesto para el medio ambiente vamos retrocediendo, como el cangrejo: para el año 2019 se registra una disminución del 19% de los recursos destinados para el Ministerio de Ambiente y los institutos asociados.
Pareciera que a los colombianos no nos interesara tener aire limpio; agua para la producción de alimentos ni para el consumo de nuestras comunidades. ¿Por qué tanta indolencia para proteger nuestros recursos naturales?
Si bien firmamos acuerdos como el de París, el cual ratificamos hace un año, seguimos provocando el cambio climático por falta de acciones contundentes. Los efectos devastadores de este fenómeno cada vez son mayores:
Ya perdimos el 84 % del área glaciar y de los nevados. Debido a las altas temperaturas del mar se están blanqueando los corales, tan importantes para la protección de la cuarta parte de las especies marinas. Se están acabando en el Pacífico y en el Caribe cientos de kilómetros de playa debido a fenómenos de erosión. A diario registramos eventos extremos, lluvias muy fuertes, granizadas. Tenemos más de una docena de especies en peligro de extinción. Estamos perdiendo cuencas hidrográficas por deforestación y avance de la desertificación. La contaminación del aire se ha convertido en una problemática de las principales ciudades del país con graves consecuencias en la salud humana.
“Nos equivocamos cuando creemos que el cambio climático no nos afecta”.
Como si esto fuera poco, cada año destruimos 220.000 hectáreas de bosque; tenemos cerca de 400 municipios con desabastecimiento del preciado líquido porque se han secado las cuencas que los abastecían.
Y en materia de energías, el panorama tampoco es alentador. El 93% de nuestra matriz está compuesta con recursos primarios de origen fósil; aproximadamente el 4% de hidroenergía; y el 3% de biomasa y residuos. Muy poco utilizamos energías limpias que provienen de fuentes renovables.
Con este panorama, es imperativo que en el Próximo Plan Nacional de Desarrollo se incluyan temas relevantes como conservación de páramos, cuencas hidrográficas, transporte sostenible, energía renovable y reducción de residuos.
Debemos comprometernos de una vez por todas con la conservación de nuestros recursos y el cuidado de nuestro planeta. Nos equivocamos cuando creemos que el cambio climático no nos afecta. Esto se resuelve con voluntad política, educación y presupuesto. Esto no es un cuento chino.