La educación se ha convertido en el motor para la construcción de la paz, el desarrollo económico y el cierre de brechas entre regiones. Por esta razón, el alcalde Pedro Vicente Obando asumió la responsabilidad de elevar la calidad de vida de los habitantes de Pasto, Nariño, a través de una mejor formación, un reto cumplido que ha posicionado a ese municipio como una de las administraciones del país con mejor gestión, según el más reciente informe del Departamento Nacional de Planeación (DNP). Obando ha impulsado un modelo de municipio envidiable para las demás regiones. Aunque todos los sectores que representan progreso para la ciudad han ocupado lugares de privilegio en la agenda gubernamental, la gran apuesta se centra en la ejecución de un Plan de Desarrollo que involucre a la educación, la economía y el avance social de la capital nariñense, la cual alberga a unos 500 mil habitantes en sus áreas urbana y rural. La educación es la clave del progreso El municipio ha tenido en los últimos años un crecimiento significativo en materia educativa, atribuido a la buena gestión del alcalde, quien a través del programa Pasto Educado, Constructor de Paz, logró ubicar a esa población en los primeros lugares a nivel nacional, en cuanto a desempeño integral en el 2016. “Aunque somos los mejores, necesitamos perfeccionarnos más y mantenernos. Si estamos bien en el ranking nacional, necesitamos ir escalando para llegar a estar en un ranking internacional”, sostiene el mandatario. Para ir cerrando brechas y ser más incluyentes, la alcaldía financia en su totalidad los programas educativos a los que aspiran los jóvenes más pilos, provenientes de varios corregimientos del municipio. La meta es invertir más de 67 mil millones de pesos para la construcción de 17 colegios en Pasto, con el fin de garantizar cobertura y calidad en la enseñanza. Una economía para el desarrollo Cumpliendo con su promesa de campaña, el alcalde creó el Banco de la Esperanza, con el que, a través de préstamos, respaldados por una tasa mínima de interés, se están cubriendo las necesidades básicas de personas de bajos recursos. “En estos dos años que lleva de implementado el proyecto, se ha mostrado un cumplimiento excepcional”, destaca Obando, quien ha dedicado gran parte de su vida a la docencia. Asimismo, como parte de una reconversión laboral, el mandatario le ha dado prioridad a reubicar a los carretilleros con tracción animal en pequeños automotores para que trabajen de la misma forma, pero con autos financiados por la alcaldía local. En el proyecto participan 14 empresas que se encargan de adaptar los carros a las condiciones de los trabajadores.“Después de varios diálogos, establecimos tres propuestas para que estas personas escojan las que más beneficios les dé: Una, es que decidan si quieren seguir trabajando en lo mismo; si es así, entonces se les dan 17 millones para la compra de ese carro. El segundo es un proyecto productivo controlado y supervisado. Y el último se trata de escoger un proyecto de vivienda con los mismos 17 millones”, explica el mandatario. ¿Cómo lograr una región socialmente competitiva? Un proceso de desarrollo, como el que proyecta Pasto, busca un gran impacto en materia competitiva. Aunque la región es comercialmente destacada dentro del contexto nacional por ser un sitio con un alto flujo turístico al año, su industria aún permanece estancada. Ante las enormes riquezas que tiene el municipio para ofrecer, el alcalde considera que es necesario que el Gobierno Nacional ponga sus ojos en esa región para abrir mayores oportunidades de progreso económico y social a sus habitantes. “Si Pasto perteneciera a un país desarrollado, sería un emporio de riqueza, incluso solo con el turismo”, reconoce la máxima autoridad municipal. Admite que uno de los factores que ha impedido el avance en esa región del sur de Colombia ha sido el mercado de la informalidad. La economía que se mueve entre Ecuador y Nariño ayuda a consolidar el comercio, pues los bajos precios en la región nariñense atraen a los comerciantes e inversionistas extranjeros, pero al no encontrar garantías de inversión por la falta de industria, optan por recurrir a los establecimientos informales, agrega. Según el mandatario local, es “una informalidad difícil de manejar porque es el modus vivendi del ciudadano que no tiene otro recurso con qué garantizar su sustento”. Riqueza histórica Pasto tiene mucho que ofrecer en materia histórica y social. La gente aún desconoce el papel que jugó esa región durante los más de 53 años de conflicto armado con la extinta guerrilla de las FARC. Hoy, el municipio le apuesta a mostrar las riquezas de aquellas zonas que antes estaban copadas por el antiguo grupo insurgente. Para el alcalde, en muchos de los corregimientos la guerra estuvo ahí, por lo que son varios años de gestión los que se tendrán que invertir para convertir aquellos lugares afectados por la confrontación, en centros de atracción turística y producción. Por ejemplo, la laguna de Cocha, que cuenta con una extensión de 27 kilómetros, ya es una zona transitable y turística para los mismos ciudadanos que un día vieron surgir al movimiento rebelde en sus áreas aledañas. También, en el corregimiento de Santa Isabel, donde las FARC obligaron entonces a los habitantes a hacer unas torres de tres niveles para que desde allí se restringiera la entrada de civiles y uniformados al lugar. “Cogimos un elemento sustancial de la guerra como lo eran esas torres y lo convertimos en algo turístico y constructivo de paz, esto también hace parte de la reconstrucción de la memoria histórica”, enfatiza el mandatario, quien tiene como propósito volver las estructuras unos “íconos de paz”. Una ciudad sin límites Para el alcalde no existe ningún obstáculo que frene el progreso social en Pasto, aun cuando el abandono del Gobierno en el sur de Colombia es una realidad. Por ejemplo, la construcción de vías de cuarta generación en esa región ha quedado en el limbo y no se han podido terminar los 27 kilómetros de la vía de doble calzada, que conecta a la